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PROCESO
Tomar fotografías de café mientras se atienden pedidos requiere rapidez, atención y un flujo de trabajo muy preciso. No hay tiempo para montar una escena o ajustar cada detalle, así que el proceso comienza con la anticipación. Antes de que el café salga a la mesa, preparo la cámara y configuro los parámetros básicos según la luz del lugar: ISO, apertura y velocidad de obturación. De este modo, cuando el barista termina el pedido, estoy listo para capturar la imagen sin interrumpir el servicio.
La iluminación suele ser el factor más variable. Al trabajar en un entorno real, dependo de la luz ambiental del local, que cambia con la hora o el clima. Cuando la luz es suave, aprovecho su dirección para resaltar el vapor o el brillo en la superficie del café. Si la luz es demasiado intensa o amarillenta, ajusto la compensación de exposición y el balance de blancos en cámara para mantener un tono natural. A veces basta con moverme unos centímetros para encontrar un ángulo donde la luz caiga mejor sobre la taza.
El encuadre se decide en segundos. Me muevo alrededor del café buscando el mejor ángulo según el tipo de bebida: desde arriba para mostrar el arte en la superficie, o a ras de mesa para resaltar la textura y la profundidad. Cuido que no aparezcan elementos que distraigan, como servilletas o utensilios. Si el tiempo lo permite, reubico ligeramente la taza o giro el asa para equilibrar la composición. Trabajo con enfoque manual cuando el detalle del latte art lo requiere, y disparo varias tomas para asegurar una imagen nítida antes de que el café pierda su aspecto ideal.
Una vez tomadas las fotos, paso a la edición en Lightroom. Empiezo corrigiendo la exposición general y ajustando el balance de blancos para mantener una tonalidad cálida y realista. Modifico las curvas de tonos para dar más contraste entre luces y sombras, sin perder detalle en la crema. Luego ajusto la textura y claridad, realzando los microdetalles del café y del vaso o taza. Finalmente, recorto la imagen para reforzar la composición, aplico un viñeteo suave y exporto en alta calidad para uso en redes o catálogo.
RESULTADO
AUTOCRITICA
Me hubiera gustado que mi trabajo tuviera una mejor composición y una mayor variedad de fotos. Al final, siento que me limité más de lo que debería, y eso dejó ciertas ideas sin explorar. Reconozco que podría haber experimentado más, arriesgado un poco y permitido que la creatividad tuviera un papel más amplio. Esa falta de amplitud es algo que ahora veo con claridad.
Aun así, entiendo que cada error y cada decisión que no salió como esperaba se convierten en una oportunidad de crecimiento. Este proceso me deja una enseñanza valiosa: siempre hay espacio para mejorar, para pulir detalles y para atreverse a ir más lejos. Me habría encantado entregar un resultado más completo y sólido, pero también sé que el esfuerzo que ponga a partir de ahora marcará la diferencia.
No tengo duda de que, con dedicación y un enfoque más abierto, puedo alcanzar un nivel mucho más alto. Esta experiencia no es un tropiezo, sino un recordatorio de que el camino hacia la mejora está hecho de intentos, aprendizajes y ganas de seguir avanzando.



REFLEXION
Tomar fotografías de café resultó ser una experiencia mucho más compleja de lo que imaginaba. Al principio pensé que sería algo sencillo: acomodar la taza, enfocar y capturar la imagen. Sin embargo, pronto descubrí que no era así. Muchas veces el café no era mío, sino de un cliente, por lo que debía actuar con rapidez para no interrumpir el servicio. Tenía que estar atento y listo para tomar la foto en el momento exacto, antes de que el café fuera entregado o perdiera su aspecto ideal.
La iluminación fue otro desafío importante. Dependía en gran medida del entorno y, en muchas ocasiones, no tenía el control total sobre ella. Experimenté constantemente con el ISO, buscando equilibrar la exposición sin sacrificar la calidad de la imagen. Cada pequeño cambio en la luz modificaba por completo el ambiente de la fotografía, lo que me llevó a desarrollar una mayor sensibilidad y paciencia al trabajar con diferentes condiciones.
Encontrar el ángulo adecuado también fue un proceso de exploración. Probé distintas perspectivas, me moví alrededor de la mesa y ajusté el encuadre varias veces hasta lograr una composición que reflejara el aroma, la textura y la calidez del café. Con el tiempo comprendí que la fotografía no solo exige técnica, sino también una mirada atenta y una buena dosis de intuición.
Al final, entendí que capturar una buena foto de café implica mucho más que presionar el obturador: requiere observación, rapidez y la capacidad de encontrar belleza en un instante efímero.

Proyecto FInal LDD



















